domingo, 3 de octubre de 2010

La vida no sirve para nada si uno no está dispuesto a entregarla por una causa grande, por un ideal alto

“El cielo fue poblado por los tenientes y capitanes que provocaron el temor y el respeto de la “Task Force”; el fondo del mar fue sembrado por los oficiales, suboficiales y marinos y entre la turba y la niebla, emergieron los GIACHINO, los ESTEVEZ, los SILVA, los BALDINI, los MARTELLA, los CISNERO, los AUSTIN, los ALLENDE y tantos otros. Todos con distintos rostros y apellidos, provenientes de distintos confines de la Argentina, con los corazones en sus manos y almas agrandados por el valor; pero hermanados, sin excepciones, por EL AMOR ILIMITADO POR LA PATRIA.
Ninguno volvió, porque así lo decidieron. Pagando el mayor precio que se puede abonar un hombre. Sin pensar en la derrota ni en las ni en las desventajas. Ignorando el frío, los bombardeos y los ataques desbastadores de los invasores. Dejando esposas, hijos, novias, hermanos, padres, amigos. Abandonando todo para llevar adelante la voluntad inquebrantable de lograr la victoria. Sin debilidades ni titubeos. Fueron y allá se quedaron para siempre. Por eso en las islas, hay un solo lugar que no fue usurpado nuevamente por el invasor inglés: el cementerio de DARWIN en donde descansan los restos de los hombres que amaron sin medida. Ellos sí reposan en paz. Porque dieron todo sin pedir prebendas ni premios. Tampoco ascensos u honores. Marcharon a la guerra, combatieron y murieron, regando la turba malvinense para que florezcan árboles de bizarría, con flores de arrojo, enraizados por el esfuerzo…”


"QUIEN RENUNCIA A LA TUMBA...
RENUNCIA A LA RESURRECCION" 


CARTA DE SOLDADO 
Quizá cuando recibas esta carta he de ser
un vuelo sin retorno, madre, pero no importa.
Frente a la gloria eterna, toda la vida es corta:
Quien muere por la Patria siempre vuelve a nacer!

Yo lucho por la espiga de tu pan; me reclama
la voz irresistible de la tierra, el regazo
de una madre profunda que nos reúne y ama
y me iría dichoso por merecer su abrazo.

Esta lucha es vigilia de justicia y constancia,
y es amor por los límites de la tierra querida.
Nada importan las llamas, los hielos, la distancia.
¡Jamás, jamás daremos nuestra fe perdida!

Sonrío al escribirte, como el sol en la nieve...
Si está de Dios que pierdas en la sombra mis huellas
búscame en la alegría de las altas estrellas
donde todo es perpetuo, porque el dolor es breve.

Si no vuelva visible, volveré en la grandeza
de una Patria arrogante dueña de su destino,
donde triunfe una aurora de paz y de entereza
y que Dios nos bendiga para siempre el camino.


Alicia Dominguez
 

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