viernes, 17 de septiembre de 2010

Una soberania


Oh Dios, señor de los que dominan, Guia Supremo que tienes en tus manos las riendas de la vida y la muerte.

Escúchame:

Haz, Señor, que mi alma no vacile en el combate, y mi cuerpo no sienta el temblor del miedo. Haz que te sea fiel en la guerra, como lo fui en la paz. Haz que el silbido agudo de los proyectiles alegren mi corazón. Haz que mi espíritu no sienta la sed, el hambre, el cansancio y la fatiga, aunque lo sientan mis carnes y mis huesos.

Haz que mi alma, Señor, esté siempre dispuesta al sacrificio y al dolor, que no rehuya, ni en la imaginación siquiera, el primer puesto de combate, la guardia mas dura en la trinchera, la misión más difícil en el ataque. Pon destreza en mi mano para que el tiro sea certero, y caridad en mi corazón. Haz, por favor, que sea capaz de cumplir lo imposible, que desee morir y vivir al mismo tiempo. Morir como tus Santos Apóstoles, como tus Viejos Profetas, para llegar a Ti. Señor te pido que mi cuerpo sepa morir con la sonrisa en los labios, como murieron tus mártires.

Te ruego mantengas mi arma en vela y mi oído atento a los ruidos de la noche. Te pido por mi guardia constante en el amanecer de cada día y por mis jornadas de sed, hambre, fatiga y dolor. Si llegara a cumplir estos anhelos, podrá entónces mi sangre correr con júbilo por los campos de mi Patria, y mi alma subir tranquila a gozarte en el tiempo sin tiempo de la eternidad.

Señor, ayúdame a vivir, y de ser necesario, a morir como un soldado.

Concédeme Oh! Rey de las Victorias, el perdón de la soberbia. He querido ser el soldado mas valiente de mi Ejército y el argentino más amante de mi Patria. Perdóname este orgullo, Señor.

Escrito encontrado en la libreta de combate del Sargento Mario Antonio "perro" Cisnero. Caído en combate en la Gesta de Malvinas en 1982.

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